A preguntas correctas, respuestas adecuadas

¿Cuánto de tu presente es casualidad y cuanto ha sido diseñado y buscado por vos?
Muchos vivimos una vida totalmente condicionada por lo que el contexto nos ha dado sin buscar a conciencia cuál es nuestro “mejor vivir”. Matrimonios, amigos, profesión, trabajo; se presentan y aceptamos que esa es nuestra realidad. Debemos aceptar y aunque cuando hurgamos un poco en el interior no estamos completos, preferimos vivir superficialmente en un mundo que se nos ha dado y no que hemos buscado.
Aquí se desprenden dos teorías:
– Por qué buscar y tocar lo que está bien, sigamos el “Flow”, que todo fluya y está bien, para que sobre-analizar lo que funciona;
– Y por otro lado dar los pasos y tomar las decisiones necesarias para vivir una vida plena, emocionante, completa y elegida.

En la primera, la responsabilidad está fuera, si el contexto ayuda, los planetas se alinean y las personas cercanas están de buen humor; nuestra vida no tendrá sobresaltos.
En la segunda teoría, ir en busca de nuestra mejor versión, significa romper varios patrones que pondrán en jaque nuestra psiquis, las creencias no solo propias sino de nuestro entorno, y hay un altísimo grado de sufrimiento para pasar de una vereda a otra.

Del lado del vivir como me toca y listo, no me hago cargo del sufrimiento, y donde las amenazas del entorno, de las relaciones o el contexto económico toquen mi puerta tendrá una hermosa excusa para poner fuera la responsabilidad de mi felicidad.
Del otro lado, el responsable es uno mismo, y el afuera cumple un papel importante, aunque secundario.
Ambos mundos tienen sus pro y contras.

El mundo de ser fiel a los mandatos mantiene a algunos contentos y cuando nuestro placer está en cumplir las expectativas tiene el resto de mí, funciona, hasta que abrimos un poco nuestro círculo de influencia y la torre comienza a amenazar, a desmoronarse.
Mis padres quieren que sea profesional y tenga un buen sueldo porque así le enseñaron que se gana la vida; lo que implica trabajar un poco más que el promedio. Mi pareja le encanta que tenga el título en mi puesto, pero decide también que tenemos que estar en casa 6 horas por día porque así se lo enseñó su familia. Los amigos presionan para que cada jueves partícipes del encuentro semanal y los sábados una salida con las parejas amigas, sumado a la abuela que quiere que todos los domingos estemos juntos. Una hermosa vida cumpliendo con todos hasta que pasan los años, observo mi rutina y me pregunto…. ¿este es mi propósito de mi vida? SER y estar presente para mi entorno aún no siendo fiel a mis ganas de viajar, de aprender hobbies, de re estructurar la dinámica familiar, de moverme, de sacar a la luz ese yo guardado y hasta por momentos ganas de estar un día solo, escuchándome o escribiendo, meditando, viendo un partido, diseñando el plan de negocio de mi nuevo emprendimiento.
En el otro lado, una vez logro romper lo instituido como “correcto” y cuando decido renunciar a una vida a la superficie y meterme en las profundidades de mi deseo, de mi verdadero destino y sacar a brillar lo que me hace bien y tengo para aportar al mundo, todo ese círculo al que pertenezco en algunos casos puede llegar a observar ese comportamiento como una amenaza al estatus quo. Esto no es una regla, muchas personas que también están en el camino del despertar de la conciencia te empujaran a que puedas transitarlo y otros que no se animan, verán en vos una posibilidad y también brindarán su apoyo esperando un día tener esa valentía.

Al final, la decisión de pasar a una vereda que está conectada a los deseos de mi ser y no a los patrones establecidos por el azar donde me tocó crecer, depende única y exclusivamente de MI. El resto…SON EXCUSAS.
La excusa es una forma simple, fácil y hasta diría cómoda de aceptar con apatía la realidad que vivo y de mucha inmadurez emocional.
Mis hijos, los responsables de que no he crecido profesionalmente, mi pareja, la que no me permite relacionarme con quien quiero y mis padres, que no me dieron las herramientas para desenvolverme como debía. Y estas afirmaciones ocurren cuando duplico o triplico la mayoría de edad, sin embargo, afuera están los culpables de mi presente.
Y para salir de aquí es más simple de lo que uno cree. Se resuelve haciendo las preguntas correctas.
¿Quién eligió esa pareja?
¿Quién eligió esos amigos?
¿Qué edad tengo hoy?
Si hacemos las preguntas correctas todo llegará a una misma respuesta. El responsable de mi realidad económica, amorosa, laboral y familiar soy yo. El pasado me presentó una realidad que decidí aceptar.
No dejemos que las excusas eviten vivir el presente y futuro que deseamos.

Marcos Provvidenti

Marcos Provvidenti

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